Marco Teórico
Bajo la primicia del desmantelamiento de un monasterio reducido a un espacio de eucaristía o iglesia como lo es la de San Agustín, se derivan apreciaciones subjetivas y variadas. Con esto, podemos hacer referente a “Cuando a una obra de arte se le abstrae de su contexto original y se le trata de una forma diferente; cambia su significado” [1] justificando la actual función que la iglesia hoy en día, esto depende de la sociedad crítica-contemporánea y su visión de acuerdo al sistema dogmático eclesiástico.
El considerar lo que sigue en pie, como un espacio de arte arquitectónica y así mismo arte decorativo en su conjunto, se desprende formas críticas del análisis de éste, teniendo en cuenta la imitación original al modelo extranjero “Mientras lo auténtico mantiene su plena autoridad frente a la reproducción manual a la que por lo regular se califica de falsificación no puede hacerla en cambio a la reproducción de técnica” [2] más aún con el análisis existente de la política nacional y la retroalimentación por la cultura o falta de ésta, se lleva a la destrucción en este caso de una línea arquitectónica y su contexto “El carácter destructivo no está interesado en absoluto en que se le entienda. Considera superficiales los empeños en esa dirección. En nada puede dañarle ser malentendido. Al contrario, lo provoca, al igual que lo provocaron los oráculos, instituciones destructivas del Estado.
El más pequeño burgués de todos los fenómenos, el cotilleo, tiene lugar sólo porque las gentes no quieren ser malentendidas…El carácter destructivo no ve nada duradero. Pero por eso mismo ve caminos por todas partes. Donde otros tropiezan con muros o con montañas, él ve también un camino. Y como lo ve por todas partes, por eso tiene siempre algo que dejar en la cuneta. Y no siempre con áspera violencia, a veces con violencia refinada. Como por todas partes ve caminos, está siempre en la encrucijada. En ningún instante es capaz de saber lo que traerá consigo el próximo. Hace escombros de lo existente, y no por los escombros mismos, sino por el camino que pasa a través de ellos. El carácter destructivo no vive del sentimiento de que la vida es valiosa, sino del sentimiento de que el suicidio no merece la pena”[3].
Por último, es posible hablar que los temas anteriores se engloban en un contexto país/ciudad/cultura de acuerdo a sus intereses de todo índole “En la mayoría de nuestras ciudades, el centro histórico ha ido desapareciendo paulatinamente; si bien se trata de conservar o restaurar su pasado a partir del legado arquitectónico, también es cierto que ha sido mutilado sin el menor respeto, sus casas abandonadas o convertidas en inquilinatos y parqueaderos”[4].
Esto evidencia que una nación responde a sus políticas progresivas y no quizá al carácter histórico y/o cultural que pueda poseer y lo importante que es en la memoria e historia de una población “…Una ciudad no es fiel a un río ni a un árbol, Mucho menos a un hombre. Las ciudades se prometen al que llega Pero no aman a nadie Cuando se ven por las ventanas de un avión Todas atraen Con sus cumbres azules Y largos bulevares rumorosos, Pero al tiempo son sombras amargas. Sus edificios nos vuelven solitarios sus cementerios están llenos de suicidios que no dejaron ni una carta”[5].
[1] Neil Leach; La an-estética de la arquitectura
[2] Walter Benjamín; Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit (La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica); 1936
[3] Walter Benjamín; El carácter destructivo
[4] Nana Rodríguez; La ciudad, un organismo vivo
[5] Eugenio Montejo, Poema (2001:48)
